Un día, por un problema que ahora no viene a cuento, me encontré en el aula con solo dos alumnos de primero.
Eran los primeros días del curso, así que para hacer algo, y como solo eran dos,nos quedamos jugando a descubrir lo que ponían algunas sencillas palabras que yo escribía en la pizarra.
Les enseñé a descifrar los trocitos, las sílabas, y después de varios intentos veo que efectivamente son capaces de leer las palabras aunque con dificultad y mucha ayuda.
Así estuvimos jugando un rato. Y cada vez veía que eran más hábiles.
La verdad es que ambos críos estaban familiarizados con las letras desde infantil.
Bueno, pues al siguiente día se me acerca uno de los críos y me dice:
Maestro, ¿tú sabes que yo no sabía que sabía leer?
No comments:
Post a Comment